
Como muchos pacientes agradecidos, ahora estoy ferozmente comprometida con el apoyo a la investigación médica y con garantizar que todos los pacientes tengan esperanza después de recibir un diagnóstico que les cambie la vida, por lo que me ocurrió a mí, dos veces. En la segunda temporada de mi carrera en la Liga Nacional de Fútbol Americano (National Football League, NFL) me diagnosticaron la enfermedad de Crohn y, de nuevo 15 años después, descubrí que me había infectado con el virus de la hepatitis C por las transfusiones de sangre que había recibido durante varias cirugías abdominales por mi enfermedad.
Mi primer diagnóstico de la enfermedad de Crohn me afectó mucho porque amenazaba con poner fin a mi prometedora carrera, que acababa de despegar como pateador de los San Diego Chargers. Jugué enfermo durante más de un año, soportando dolorosos calambres abdominales, con la necesidad de saber dónde estaba cada baño y con pocas opciones de tratamiento para mantener mi enfermedad bajo control. Sin embargo, desde entonces, gracias al compromiso de la Crohn’s and Colitis Foundation y a la investigación innovadora financiada por la industria farmacéutica, han salido al mercado nuevas terapias asombrosas que han dado esperanza a los 3.6 millones de pacientes que padecen la enfermedad inflamatoria intestinal, y han cambiado por completo la forma de tratar su enfermedad.
Mi segundo diagnóstico de hepatitis C fue aún más devastador para mí. La gente dependía de mí más que nunca; ahora estaba casado y tenía cuatro hijos menores de seis años, algunos con necesidades especiales. Recuerdo que me sentía «sucio» y me preguntaba si iba a morir y le iba a dejar la carga de mantener a la familia a mi mujer, que ya estaba abrumada, o si la había infectado sin querer. Sabía poco sobre el virus, pero me quedé atónito al saber que mataba a más personas que el Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Afortunadamente, varias empresas farmacéuticas habían empezado a investigar sobre el virus y había esperanza gracias a un nuevo tratamiento que acababa de salir al mercado. Al final me sometí a tres ensayos clínicos diferentes con interferón, que duraron un año y requirieron inyecciones diarias autoadministradas que venían acompañadas de efectos secundarios muy complicados. No importó cuántos procedimientos tuve que soportar al final, ¡¡¡porque finalmente me curé!!!
25 años después de que se identificara por primera vez la hepatitis C y se le pusiera un nombre, los esfuerzos de investigación y desarrollo habían hecho avanzar las terapias hasta un punto en el que ahora disponemos de un tratamiento completamente curativo, totalmente oral y sin efectos secundarios.
Es por estas razones por las que estoy encantado de unirme a la iniciativa Voters for Cures. Si no hubiera sido por la ciencia médica y el acceso que tuve a terapias nuevas e innovadoras, nunca habría tenido la oportunidad de reanudar mi carrera y jugar diez temporadas en la NFL, ser nombrado Regreso del Jugador del Año, Hombre del Año de Walter Payton, jugar en la Pro Bowl o entrar en el Salón de la Fama de los San Diego Chargers. Pero, lo que es más importante, quizá nunca hubiera tenido la oportunidad de ver crecer a nuestros hijos o de disfrutar de una vida increíble con mi esposa.
Mi enfermedad me cambió; me ayudó a descubrir que tengo más coraje, valor, creatividad y capacidad de perseverar de lo que nunca imaginé. Me enseñó el poder de la esperanza y me ayudó a descubrir el espíritu indomable que creo que existe en cada uno de nosotros. También definió una misión y un propósito para mi vida que es más satisfactorio que cualquier gol de campo que haya marcado, y por eso estoy muy agradecido.